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El desafío de reconquistar a una ciudadanía desencantada

El creciente ausentismo electoral en Monte no es un fenómeno aislado, sino un reflejo de una crisis de representación que se extiende a nivel nacional. Los bajos porcentajes de participación en los comicios, especialmente en los legislativos, son una señal de alerta para una clase política que, según los datos, está en deuda con una sociedad agotada por las mismas problemáticas año tras año.

Por Leo Lettieri

 

A pocos días de las elecciones del 7 de septiembre, las distintas fuerzas políticas de Monte enfrentan una problemática que trasciende la conquista de los indecisos: la desmotivación generalizada de la ciudadanía para concurrir a las urnas. Este fenómeno, que se refleja en una constante disminución de la participación electoral, obliga a los partidos a redoblar esfuerzos para movilizar a sus votantes.

Los datos históricos de las elecciones en Monte muestran una clara caída en la participación ciudadana. En las legislativas de 2017, votó el 77,27% del padrón (14.408 de 18.646 electores habilitados). En las ejecutivas de 2019, la participación alcanzó el 80,80% (15.385 de 19.039 electores). Sin embargo, en las legislativas de 2021, el porcentaje cayó al 70,88% (14.168 de 19.986 electores), y en las ejecutivas de 2023, se ubicó en el 75,70% (15.874 de 20.967 electores). Estos números revelan una tendencia preocupante: la participación es significativamente menor en las elecciones legislativas que en las ejecutivas, lo que sugiere un desinterés particular por los comicios de medio término.

 

 

En Monte, la apatía electoral parece estar vinculada a la percepción de que el Concejo Deliberante, encargado de aprobar ordenanzas locales, no aborda problemáticas que resuenen con los vecinos. “Son pocos los proyectos que despiertan interés en la comunidad”, señala un vecino de Abbott, reflejando un sentimiento compartido.

La falta de propuestas concretas y la persistencia de problemas estructurales, como la falta de trabajo y de oportunidades para los jóvenes, la inseguridad o la falta de servicios, alimentan la desilusión hacia la clase política.

¿Por qué no vota la gente?

El ausentismo en las urnas es un mensaje claro: la ciudadanía está desencantada. “La gente siente que su voto no cambia nada, que los problemas de siempre siguen sin resolverse”, afirma una vecina de San Miguel del Monte. Este descontento se ve agravado por la percepción de que los representantes, especialmente en el ámbito legislativo, no logran conectar con las necesidades cotidianas de la población.

 

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A diferencia de elecciones pasadas, donde el foco estaba en persuadir a los indecisos, el desafío actual para los partidos políticos es garantizar que sus bases acudan a votar. La desmotivación generalizada llevó a las distintas fuerzas a intensificar sus campañas. Si bien las propuestas no abundan, el objetivo hoy pasa por convencer a los electores de que su participación es crucial.

No se trata solo de ganar votos nuevos, sino de asegurarnos de que los que ya nos apoyan vayan a las urnas el 7 de septiembre”, admitió un referente de una de las principales agrupaciones políticas de Monte.

El desafío de las fuerzas políticas

Las estrategias para revertir esta tendencia incluyen mensajes que apelen a la importancia del voto como herramienta de cambio y el uso intensivo de redes sociales para movilizar a los sectores más jóvenes. Sin embargo, el desafío es mayúsculo: la ciudadanía exige resultados concretos y una renovación en las prácticas políticas que logre restablecer la confianza perdida.

 

 

El creciente ausentismo electoral en Monte no es un fenómeno aislado, sino un reflejo de una crisis de representación que se extiende a nivel nacional. Los bajos porcentajes de participación en los comicios, especialmente en los legislativos, son una señal de alerta para una clase política que, según los datos, está en deuda con una sociedad agotada por las mismas problemáticas año tras año. La pregunta que queda en el aire es si los partidos podrán interpretar este mensaje y transformar el descontento en una oportunidad para reconectar con la ciudadanía.

Lo cierto es que, mientras se acerca el 7 de septiembre, Monte se prepara para una elección que no solo definirá representantes, sino que pondrá a prueba la capacidad de la democracia local para recuperar la confianza de sus ciudadanos. La urna, una vez más, será el termómetro de una relación que necesita urgentemente revitalizarse.

 

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