Por Leo Lettieri
El oficialismo, liderado por el intendente José Castro, sufrió su primera derrota electoral desde las legislativas del 2017, al obtener solo el 28,52% de los votos, frente al 42,21% del peronismo unificado y el ascenso de la alianza La Libertad Avanza (LLA-Pro). La elección, marcada por un ausentismo récord del 40% —el más alto en diez años—, expuso las falencias de la estrategia oficialista en un contexto político adverso.
El gobierno local no logró leer el escenario electoral: una elección desdoblada, con boletas cortas y un electorado desencantado por la crisis económica y la cuestionada prestación de servicios, históricamente un bastión del radicalismo. Mientras el peronismo, unido bajo Fuerza Patria, consolidó su voto sin dispersión, el oficialismo se desgastó compitiendo con LLA-Pro, sin disputarles con claridad el electorado. Esto se reflejó en los resultados: Somos Buenos Aires obtuvo un 28,52% y la alianza La Libertad Avanza 27,23%. 149 votos fue lo que separó al radicalismo de los macristas-libertarios.

Intendente José Castro votando. Crédito: Monte al Día.
La derrota fue contundente en todo el Partido de Monte. Fuerza Patria se impuso en San Miguel del Monte, Abbott y Berra, mientras que LLA-Pro lideró en Videla Dorna y El Rosario. En Abbott, Berra y Videla, el radicalismo quedó relegado al tercer puesto, un dato alarmante para el oficialismo.
Tal como señaló este medio, la elección de Juampi Villani como cabeza de lista evidentemente no fue la mejor: en un contexto de discursos duros y baja credibilidad política, su perfil no logró conectar con una sociedad agobiada por problemas económicos.
Por primera vez, el gobierno local perdió el control de la agenda electoral. Mientras el candidato oficialista replicaba el discurso de José Castro de la campaña de 2023, centrado en obras como el Campus Educativo y la Planta de Residuos, la ciudadanía demandaba mejoras urgentes en los servicios, tanto en el casco urbano como en las zonas rurales. La estrategia del oficialismo, claramente desalineada con el contexto político-electoral y las prioridades de los vecinos, no logró conectar con las demandas sociales.

Juampi Villani, Somos Buenos Aires.
En retrospectiva, el oficialismo no supo capitalizar su fortaleza histórica. En las PASO de 2021, con un 66,36% de participación, el radicalismo superó al Pro (3.103 votos contra 2.627), mientras el peronismo, dividido, sumó 5.002 votos entre las listas de Piñón (3.001) y Mayol (2.001). Esta vez, con un peronismo unificado y LLA-Pro como tercera fuerza, el radicalismo prácticamente no logró elevar su piso electoral, un desafío crítico para la gestión de Castro.
El Concejo Deliberante es otro capítulo de la derrota radical. En el legislativo, el oficialismo, con seis concejales, deberá negociar con una oposición fortalecida que suma siete ediles (cuatro del peronismo y tres de LLA-Pro). La postura del concejal Leonardo Alfano, de Unión Liberal, será clave para alcanzar un empate técnico. Sin embargo, la presidencia del Concejo, que podría recaer en Guillermo Buñes tras el triunfo peronista, otorgaría a la oposición el poder de desempate, complicando la gobernabilidad de Castro, especialmente en votaciones clave como el presupuesto o la ordenanza fiscal impositiva.

De cara a 2027, el radicalismo enfrenta un doble desafío: sumar votantes y mejorar la gestión municipal, con énfasis en la prestación de servicios. La falta de contundencia en la campaña y la incapacidad de disputarle el electorado a LLA-Pro dejaron al descubierto debilidades que el oficialismo deberá abordar para revertir este traspié y recuperar la confianza de los votantes.
¡A limpiar!
Claves (y desafíos) del triunfo peronista en Monte

















